domingo, 27 de abril de 2014

Falleció el gran escritor colombiano*






Escribe Germán Vidal.


“Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”. Así describía Gabriel García Márquez la América Latina que nutrió su incomparable prosa, al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982. 
El gran escritor colombiano fallecido el 17 de abril en la Ciudad de México, supo expresar como pocos a esos hombres y mujeres de las entrañas de nuestro continente, en obras que llegaron a millones de lectores en todo el mundo. Aún en la más desbordada imaginación que fascina de los personajes de Cien Años de Soledad, El coronel no tiene quien le escriba, Los funerales de la mamá grande, El otoño del patriarca, hay reconocibles y queribles trazos de nuestra historia, que García Márquez, con oficio de periodista, quería contar “antes que tengan tiempo de llegar los historiadores”.
Hombre de izquierda, García Márquez nació en 1927 en Aracataca, pequeño pueblo bananero del departamento de Magdalena, en Colombia. La ciudad de Macondo, su creación en la que transcurren muchas de sus obras, entre ellas la más famosa, Cien años de soledad, mucho le debe a su pueblo natal. 
Vinculado secretamente al Partido Comunista en su juventud, García Márquez tuvo activa participación en la vida política de su país, donde ejerció tempranamente el periodismo, lo que lo llevó al exilio, cuando publicó en varias entregas en El espectador “Relato de un náufrago”, en el que devela magistralmente la verdadera historia del militar sobreviviente a un naufragio, “que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre”, como decía el largo título y admirable síntesis periodística.
A lo largo de su vida tuvo muchas vinculaciones con varios sectores de la izquierda, incluso de la guerrilla, tanto en Colombia como en Venezuela. Es conocida su amistad personal con Camilo Torres, legendario cura guerrillero quien bautizó a su primer hijo. 
En 1957 el escritor y periodista emprende un viaje por los países socialistas (Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, la URSS, Hungría). Son los años del ascenso del revisionismo al poder y la defenestración de Stalin. Se trasunta la amargura y las dudas en los relatos, al ver la opresión del pueblo soviético, y la ocupación armada en el Este, particularmente en Hungría. 
 
García Márquez y la Revolución Cubana

García Márquez está ligado desde el comienzo a la Revolución Cubana, a la que adhirió. Fue parte, como corresponsal, de la agencia de noticias Prensa Latina, dirigida por Jorge Masetti, directo colaborador del Che Guevara. Se fue de Prensa Latina al renunciar Masetti, y aunque tuvo una relación contradictoria con el proceso cubano, mantuvo su amistad con Fidel Castro durante toda la vida. 
Ya escritor famoso, García Márquez nunca abandonó su pasión por el periodismo, creando en Cartagena la Fundación para un Nuevo Periodismo Latinoamericano. 
Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982, y en su discurso de recepción, que citamos al comienzo, no se privó de criticar la represión que asolaba nuestro continente –aunque había accedido a una entrevista con Massera por pedido del presidente de Panamá Omar Torrijos, según cuenta Miguel Bonasso–. Hizo referencia explícita a los desaparecidos y a que “Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos”. Una digresión: como parte de la manipulación de la memoria a que nos tiene acostumbrados Clarín, este párrafo fue eliminado de los extractos de este discurso publicados en su edición del sábado 19 de abril. 
En tono irónico, García Márquez se preguntaba, al recibir el premio “¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social?” 
Tentativas a las que se mantuvo vinculado en su Colombia natal en los 80, tanto desde el periodismo como desde la relación con distintos grupos políticos, y hasta que le permitió la salud operó de nexo entre las guerrillas colombianas y los gobiernos, en los intentos de “procesos de paz”. También fue solidario con presos políticos de distintos regímenes.
 
Hay que leer a García Márquez

En los últimos años, ya rodeado de fama y gloria, su parte “de mono”, como decía Mao Tsetung de sí mismo, lo hizo mostrarse con algún presidente vinculado a sectores oligárquicos, y lo llevó a escribir una novela ‘Memorias de mis putas tristes’, denunciada por exaltación de la prostitución infantil.
Nos quedamos con el García Márquez que con su escritura hizo accesible para grandes masas una literatura que, si bien novedosa y en muchos casos de hondo contenido social, seguía siendo para una elite. Nos quedamos releyendo la saga de los Buendía y los acontecimientos de Macondo, que muchos descubrimos en la adolescencia y nos hicieron querer entrañablemente a esa gente del pueblo que protagoniza sus cuentos y novelas.
Nos quedamos –como practicantes del oficio de periodistas– tratando de poner al servicio del pueblo algunos de los sabios consejos del Gabo García Márquez, para el que “la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”. 
Nos quedamos, en definitiva, con ese gran escritor que afirmó, contraviniendo el final de su novela más famosa “los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”. 

*Nota publicada en Hoy n° 1515 - 23/04/2014










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